El boxeador está en la esquina del ring. Apenas puede tenerse en pie. Intenta cubrirse de los continuos uppercuts de su rival con torpeza, y ensaya aislados ganchos al vacío. Siempre se sirvió de su poderoso crochet de derecha para vencer en dos o tres asaltos. Pero esta situación no la conoce. En el quinto asalto se siente débil, vulnerable, su arma preferida no funciona y el acoso y derribo empieza a ser efectivo.
Comienza a caminar al borde de la inconsciencia, mientras siente que algo cambia. Al tiempo que nota flaquear su diestra, su siniestra va despertando. Sus nudillos se tensan, toman el control y la energía se vuelca en el ala este.
Ahora tiene un plan.
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