Monday, May 27, 2013

Ingravidez (por Diego Vasallo)


Desde la ingravidez de este cielo anestesiado.
Desde la ingravidez de un mundo que ya ha claudicado.
Desde la ingravidez de nuestro último adiós.
Desde la insensatez de no querer olvidarte otra vez.
Parece innecesaria esta necesidad que necesito
como los mares la ingravidez del infinito.
Te quiero como un gato ama la infidelidad.
Te quiero como un peso de pluma sin posibilidad.
La ingravidez de nuestro amor a veces pesa.
La pequeñez del corazón de las promesas.
Este desesperar, este saber que no hay remedio,
este deambular por la vida, este intermedio.
Este atisbo de vejez del presente al sonreir.
Esta desnuda ingravidez que me trae tu nombre otra vez.
Te quiero de esta forma tan rara de querer.
Te quiero por tus ojos que siempre me obligan a volver.
No pediré ya nada que pueda conseguir,
tan sólo el asombro distraído de vivir.
La ingravidez de nuestro amor a veces pesa.
Y esta embriaguez de eternidad sobre la mesa...


(c) Diego Vasallo "Canciones en Ruinas" 2010

Tuesday, May 21, 2013

Retórica a falta de café

¿Cuántas veces puede romperse una sonrisa sin que se note?

Esa pregunta se hizo mientras descubría que no le quedaba café. Y echó de menos el olor de uno recién hecho. Y echó de menos cuando ese olor le servía para empezar con buen pie el día. Echó de menos cuando las pequeñas cosas que la mayoría de la gente no era capaz de percibir daban un sentido especial a todo, y era capaz de disfrutarlas. Entonces echó de menos las pequeñas cosas, y echó de menos cuando sentía que le echaban de menos.

Pensó en lo curioso que era la gente. Si ríes, todo está bien, todos se sienten cómodos y todos te rodean.  Si lloras, o sonríes a medio gas, de pronto van apareciendo tarjetas rojas, y se va autoexpulsando gente. A veces por desgracia sólo se queda aquella gente que quiere, pero no puede ayudarte.

Parece que a este mundo le sobra ombligo y le falta corazón...

A veces uno se encuentra a alguien que en realidad quiere quedarse, y es capaz de ver, y la ecuación es sencilla: para ver sólo hay que querer mirar. Recordó a una de esas personas, que le prometió que lo mejor estaba por llegar. A la última chica que se folló, que le miró con una admiración que sólo recibes de la gente que no te importa. A lo fácil que era vivir sin corazón, y lo difícil que era deshacerse de uno una vez te sale. A lo que dolía entregar piel a quien aspira a ser de plástico. Y esa frase tantas veces oída: "no cambies". Como si eso se eligiera. Cada día partimos de cero, y la memoria es selectiva y frágil, como para acordarse de todo...

Se miró al espejo. Seguía ahí, la sonrisa seguía rota. Hoy iba a costar más de lo normal.

Tenía la capacidad de resumir, y verlo todo tan claro. Era un don despiadado, útil en ocasiones, pero cruel en otras tantas, pues al resumir e ir a la esencia, y ver lo sencillo que era todo en realidad, costaba todavía más sonreir. ¿Qué sentido tiene sonreir cuando no se tiene ganas de hacerlo?

Por fín encontró la mueca. Por hoy servirá. Esta sonrisa dará el pego. "Debería empezar a pensar en comprarlas hechas... desechables" pensó.

Un día de éstos...




Sunday, May 19, 2013

Alta cocina de bajas pasiones

"Maestro, ¿qué puedo hacer con todas esas cosas que me veo obligado a callar, que no puedo decir, y me pesan por dentro?"

El maestro se acarició la barbilla durante unos segundos y respondió:

"Unas croquetas".