Monday, September 19, 2011

Un corazón para Marlen

Tenía cita desde el mes pasado. El doctor Javaloyas es un reputado galeno en el arte de la cardiología. Una especie de "gurú" al que acuden en masa desde todos los rincones del planeta personas ávidas de sus conocimientos acerca del motor humano, pacientes desahuciados en busca de la palabra que les devuelva la salud, y multitud de becarios y médicos noveles ansiosos por salir en la foto. Además, es un hijo de puta. Pero eso es otro tema...

La consulta del doctor Javaloyas aparenta más ser un peep-show que una consulta médica. En la entrada, tras un cristal, una exhuberante recepcionista cuyo vocabulario no abarcará más de 20 palabras, con un busto de tamañas proporciones que parece incompatible con la existencia de ningún corazón necesitado de espacio para latir ahí debajo. En casa del herrero, ya se sabe.

Acudo con Marlen a la hora pactada, y la neumática recepcionista nos insta a sentarnos en la sala de espera. La sala es completamente roja, en un torpe intento de potenciar el corporativo logo de la clínica. Por las paredes cuadros más propios de la casa de un pirado que de una consulta médica. Los típicos cuadros que te encuentras por el rastro y te hacen preguntarte qué cabeza enfermiza pudo haberlos concebido, y sobre todo, qué morbosa mente puede sentir placer en su contemplación.

Dejo a Marlen donde no estorbe el paso, y me pongo a hojear un anuario del deporte de hace dos años. Parece mentira cómo pasan los años, y sin embargo qué lenta se hacen las esperas de este tipo.
Durante dos horas no se escucha ni un sólo ruido en la consulta, salvo el tecleo constante de la neumática recepcionista y el pianístico y obsesivo movimiento de mis dedos en el reposabrazos de la butaca.

Marlen no emite ni un sólo ruido. Está muerta. No tiene corazón. La encontré así.

Por fín se abre la puerta frente a mí y aparece una enjuta enfermera que parece haber pasado la peor noche de su vida. Resopla al verme en un gesto que no alcanzo ni trato de entender, para acto seguido emitir un escueto: venga por aquí.

La puerta comunica con un largo pasillo que huele a humedad, con una moqueta distinta a la de la recepción y la sala de espera. La iluminación es pobre, y uno llega a pensar cómo una super estrella de la medicina como el doctor Javaloyas, atiende en un antro así. El día que el marketing cambió nuestras neuronas por peones negros de ajedrez...

Al final del pasillo hay dos puertas. Una da a una nueva sala de espera, vacía y con la luz apagada, y otra que reza "Dr. Javaloyas".

La enfermera abre la puerta sin llamar y nos invita con un gesto a pasar. Ella no entra, se dirige a la sala de espera vacía y oscura y se sienta en silencio. Entonces comprendo que ella tampoco tiene corazón. El doctor es listo. Esta "no muerta" no le podría provocar ninguna líbido ni aunque se inflara a viagras. No hay distracción posible. Probablemente la neumática recepcionista tampoco sea humana, y no hay que ser muy listo para saber sumar dos más dos.

El doctor se encuentra en su despacho, sentado tras una señorial mesa. Es un ser bastante repugnante, con pinta de crápula, pelo hirsuto y cano. Largos y huesudos dedos y una mueca extraña en la boca que hace intuir que no puede evitar el vicio de repasar sus colmillos con la lengua. Nunca había estado cara a cara con él. Su voz resulta cavernosa. Su tono grave me pone nervioso, lo admito.

Le explico el caso de Marlen. La había encontrado en mitad de la calle, con la mirada perdida. Pronto entendí que era una no viva, que alguien había abandonado por falta de uso. Nunca había tenido ninguna, y fui uno de los más apasionados militantes en las manifestaciones frente a la factoría de pseudo-humanos Antropos, cuando lanzó al mercado el prototipo de réplicas exactas de humanos, salvo por la total carencia de sentimientos. En pleno siglo XXII, con una explotación y saturación monstruosa de los nuevos canales de comunicación y la implementación en el córtex cerebral de receptores que enlazan los perfiles de las mal llamadas redes sociales a nivel neuronal, comenzó a proliferar a un ritmo vertiginoso la tendencia al aislamiento social, y la falta de relaciones de proximidad, en pro de unas relaciones menos exigentes en cuanto a tiempo, y menos arriesgadas en cuanto a la posibilidad de pérdida. La multinacional Antropos detectó esta oportunidad de mercado, entendió el nicho que había que cubrir y se convirtió en la mayor empresa del mundo, y empezó a influir en gobiernos, guerras y a provocar movimientos de cambio de los que parecía que ya no habría retorno...

A pesar de mi odio a este producto, Marlen es distinta. Pronto me quedé prendado de su aroma, de sus labios, de sus curvas, y comencé a valorar su compañía, a pesar de que tan sólo sabía responder a consignas bastante sencillas. Lo que al principio resultó un novedoso y gratificante juego sexual, acabó siendo algo más. Llegué a necesitar a Marlen, la vestí con ropa de mujer, empecé a maquillarla. Pasé noches en vela mirándola, hasta que entendí que Marlen era una mujer atrapada en el cuerpo de una no viva. Recibí en mi canal informativo publicidad sobre el doctor y su consulta, especialistas en reparar y fabricar corazones, y decidí intentarlo.

Vendí mi casa, mis armas y todas las joyas familiares; más de 5 generaciones. Me fuí vivir a un hotel con Marlen, y al cabo de 3 meses tenía el dinero necesario. Concreté una cita y un mes después, aquí estoy, frente al repugnante hombre que hoy tiene en sus manos todas mis esperanzas. Quiero un corazón para Marlen. Necesito sus sentimientos.

El doctor Javaloyas me explica el procedimiento. A primera vista parece sencillo. Pero el proceso es demasiado técnico y se me escapa. Tampoco me importa. Sólo quiero resultados. Le hace algunas pruebas, y la tumba en la camilla. Me entra una sensación similar a los celos, aunque no es racional. Marlen está registrada a mi nombre, es de mi propiedad, y pronto tendrá un corazón real, y tras las pertinentes sesiones de programación neurolingüística, tendrá conectados sus latidos y sus pensamientos. En dos meses tendrá sentimientos, y será entonces cuando podré volver a recogerla.

Pronto estaremos juntos...





Tuesday, September 06, 2011

La estrella imposible

Unos astrónomos han encontrado un desafío a lo imposible. Una pequeña estrella en la Vía Láctea que la razón sostiene que no debe existir. Empleando el “Very Large Telescope” de Cerro Paranal (Chile) han descubierto que se compone casi exclusivamente de hidrógeno y helio, con una ausencia casi total de metales. Se ha localizado en la constelación de Leo, y su masa es inferior a la de nuestro sol.

Según la teoría de la formación de estrellas, consensuada entre la comunidad científica, esta estrella no debería haber llegado a existir, pues no se pueden condensar y formar estrellas con tan poca masa y con cantidades tan bajas de metales.

Nos encontramos por tanto ante una estrella prohibida, “una estrella imposible”. Y sin embargo existe.

13 millones de años de existencia contradicen a nuestra realidad, y nos plantea que son las teorías que la explican las que se equivocan, y que muchas veces aceptamos como imposibles muchas cosas que tan sólo requieren que revisemos cómo percibimos la realidad para poder incluirlas en nuestra experiencia.

A veces tendemos al solipsismo e intentamos ajustar la realidad a nuestros esquemas, en lugar de entender que la vida es una continua sorpresa, en la que hay que adaptar continuamente nuestros esquemas a los cambios y novedades que se introducen en nuestra vida, y que al final de la película terminan por conformar nuestra historia personal.

Creo que fue Nelson Mandela el que dijo que lo imposible deja de serlo en el mismo momento en que lo hacemos.