La niña que amaba a Plutón

Las nubes tóxicas se han colado por tu ventana.
Eres radiactiva y lo sabes, y te echas a llorar.
Eres tan efervescente, que si llueve desapareces
Tan transparente que no te puedes ni ver...

Atas latas de Cola vacías a la cola de un cometa.
Casi te suicidas el día que echaron a Plutón
de este sistema Solar...
...tan mezquino y tan esnob;
si no usas balas de plata, no puedes llegar al sol.

Decenas y decenas de amaneceres al día.
Con 40 grados y una certeza en el balcón.
Hieráticos segundos sentados en la cornisa,
viendo pasar la brisa de sitios
en los que jamás estarás.

Volveré a la hora de saltar.

Mi contralatido zen

El diástole manda, es mi día más azul. Me encanta que sonrías de verde.

En realidad todo ha salido mal, mi mensaje se ha diluído. Soy un extranjero en mi propio planeta, porque éste, no es nuestro planeta.

Los latidos son controlados. No sé si quieres oirlos: tic tac, tic tac. Como el corazón delator de Poe, encerrado en el sótano de lo que no ves pero oyes. Aprovecho mi contralatido zen, el bosón de Higgs de cada sentimiento como partícula elemental de lo que la razón oculta.

La razón... esa excusa inveterada para no llegar a vivir del modo que deseamos, y lo deseamos porque ya aprendimos que era lo que el espíritu pide, en otra vida en la que tampoco llegamos a atrevernos a saltar.

Lo intentaremos en la siguiente.

No importa lo que hacemos ni adónde vamos. Sólo importa lo que somos.

Om tare tuttare ture soha...

Gloria

Gloria vivía bajo la lluvia, mientras se disolvía la capa que tapaba su infancia.

Había perdido el rastro de su vuelta a casa.

La encontré deshilachando los últimos recuerdos de la hora recién vivida, y aprendiendo a no saber nada más que vivir en otros tiempos, pero en el mismo lugar.

Esta mañana ni lo hubiera sospechado, pero hoy comienza su viaje.

Al acabar el día...

Vamos a jugar a que en realidad está saliendo el sol. A que esta penumbra es la que precede al día más radiante. Contaremos hasta 100 y nos esconderemos de la prima de riesgo, del inmigrante sin derecho a atención sanitaria, y de la ministra que nos pide un esfuerzo, desde los tacones de una nómina de unos sangrientos ceros, en los que se ahorcan millones de personas. De mancos zurdos o diestros, sustituidos por gente que se da la mano. Montemos un país privado en el que nadie imponga referendums ni existan las banderas. Y todo el mundo quiera bailar con la más fea. Que el paro sea mirar antes de cruzar, y la caída de la bolsa signifique que está cargada de sustento. Que las diferencias supongan complementarse y aprender. Y que nunca nadie piense, que estuvimos mejor ayer. Juguemos a que nadie está abandonado, nadie muere congelado, y nadie sufre por vivir. A que hay sitio para todos, a que odio tiene menos letras que amor, y a que a nadie le falta calor. 

Vamos a jugar a que sale el sol.

Tú la llevas...

Caminando sobre la duna

A lo largo de la vida nos encontramos dos tipos de personas:
Los que les entregas un grano de arena y te devuelven un planeta.
Y los que les regalas un planeta y te entregan un grano de arena.

La lluvia invisible

Aunque tu memoria poco a poco me desdibuje.

Aunque la lluvia llueva menos que antes.

Aunque los paraguas ya no sean compartidos.

Aunque te espere en la esquina de cada día

En los pliegues de cada sueño de ración doble

que no consumo en su totalidad y congelo,

a la espera de que te entre hambre y pidas una ración.

Aunque te espere en cada hora en la que no llegas,

aunque te pida para los días que me quedan,

aunque haga tratos con el usurero vital,

para canjear mi ansiedad por sonrisas,

mi echarte de menos por "puedes contar conmigo",

y aunque no sé en qué línea del guión me he quedado,

no me importa, si ambos disfrutamos de la obra.

Aunque sólo signifique el aquí y ahora,

aunque a veces pienso que no comprendes nada,

aunque a veces las luciérnagas no brillen,

y sólo haya dos ojos que me guíen.

Aunque a veces sólo importe el camino que nos separa,

y no mires los paisajes que nos unen,

más valiosos que otros en los que enterramos nuestra bandera.

Aunque el reloj vaya perdiendo vueltas,

aunque las fechas ya no signifiquen días,

aunque en silencio me quede en la tormenta,

y sea un pararrayos apagado.

Aunque sólo quiera sentarme a tu lado,

y darte calor y luz, como una vela.

Y aunque a fuerza de aguardar un día muera,

y sea un cadáver exquisito quién te espere.

Aunque entonces llueva, y ya no sabrás que llueve

El tiempo es nuestro

"Y si hoy llueve en la luna

y anochece en el sol

recuerda que no hay invierno

que apague nuestro calor..."

Carta del sol a la luna

Observo el cielo alrededor, oscuro y sin estrellas.

No sabía que las lágrimas fueran capaces de apagarlas.

Sólo quise compartir contigo el espacio, y enviarte mis rayos, para que no sintieras frío en esta galaxia tan solitaria. Calentarte con mi luz parando el reloj en ese momento en que la noche y el día eran uno, y nosotros, en conjunción, brillábamos por encima de lo normal.

Nunca sabré por qué interponías eclipses, que impidieran a mis rayos llegar a tu órbita y darte ese calor que te hiciera sentirte bien, ni qué había al otro lado, en la cara oscura, que no me permitías ver. Nunca pude conseguir que te dieras cuenta que en el universo hay exceso de oscuridad, y que nuestro pequeño milagro de brillar le daba sentido a algún que otro momento de falta de luz, porque incluso el sol, a veces, tiene momentos de parón antes de volver a iluminar.

Te doy las gracias luna, por todas las noches que me has hecho brillar con fuerza, intentando amaneceres para ti. Cada rayo mereció la pena.

Las noches ya no serán igual.

Te voy a echar de menos.

Que reste-t-il de nos amours

Tal vez un día el día eche a volar

y el suelo se plantee un mal menor.

Que las orillas del camino sean ventanas,

y que no haga falta rendirle culto a la semana.

Tal vez un día, recuerde quién seré,

me aprenda aquella canción de Charles Trenet,

haga mejores rimas que ésta,

y entre texto y trago existan siestas...

Espacio inerte

No se puede empujar al mundo para que gire.

Debe hacerlo sólo...

Porque si no, aunque se mueva, seguirá siendo un planeta muerto.

Banco del alma

Acudí con mi mejor traje a las nueve en punto. Me venía grande.

Delante de mí había tres personas; siempre hay alguien que madruga más. Un anciano vestido con una bata azul marino, una mujer con un carrito doble de bebé (con sólo un asiento ocupado), y un joven que hablaba enérgicamente por teléfono. No les presté más atención. Estaba nervioso. Intenté recordar en qué momento compré y colgué por primera vez el traje en la percha, pero fui incapaz de visualizarlo.

Tal vez siempre lo tuve, o tal vez venía en el pack de otra vida.

"¡Siguiente!"

Mi turno

Lo primero que salió de mi boca sonó timorato: "Buenos días, venía para recuperar mi alma".

"A ver, déjeme su dni".

Saqué la cartera y le entregué el documento. Por cierto, me caduca en agosto.

"Hmm, no va a poder ser. Usted entregó su alma a cambio de una vida de renuncias y sacrificios".

"Pero debe haber una solución".

"No, mire, aquí dice que usted entrega su alma al banco a cambio de un sueño. En caso de incumplimiento el banco no se hace cargo de las consecuencias y el cliente se compromete a seguir pagando las cuotas pactadas en el momento de la firma. Lo siento, pero su alma nos pertenece y ya no la tenemos aquí. La hemos invertido".

Sentí un pinchazo de en el pecho, mezcla de rabia y desilusión, y mis piernas empezaron a temblar. La empleada debió percibirlo en mi semblante y me dedicó una sonrisa hasta ahora no articulada.

"No se preocupe, podemos ofrecerle algo. Tenemos una colección de almas embargadas por impago. Por ser cliente preferencial podemos ofrecerle un alma nueva de segunda mano, en unas condiciones muy ventajosas. Porque nos preocupamos por el bienestar de nuestros clientes.

¿Qué le parece?"

Montaña rusa

La vida es una montaña rusa

en la que lo importante no es estar arriba o abajo

sino estar en el vagón adecuado