Thursday, January 31, 2013

Libros de autoayuda como terapia para la estupidez

La vida no es un camino amable, ni nuestro destino es ser feliz. Somos inútiles motas de polvo que sobrepueblan la faz terrestre. Nuestros problemas no le importan al universo. No hay ninguna ley que conspire para que se cumplan nuestros deseos. Los libros de autoayuda son literatura barata de quien es incapaz de construir una novela sólida, al estilo Raymond Chandler. Y el pueblo, ávido de unas píldoras que mitiguen este vacío existencial, los compra con la ilusión de que en esas páginas encontrará la piedra filosofal, esa que a nadie más se le ha ocurrido inventar. No somos capaces de disfrutar lo que deseamos, porque al cumplirse, apenas lo paladeamos, para volver de nuevo al mundo terrenal, a olvidar lo logrado, y a volver a desear lo que no tenemos, aunque lo hayamos tenido pero no lo hayamos sentido.
Todo forma parte de todo, y las cosas pueden salir bien o mal. Podemos tener éxito y podemos fracasar, aunque ensuciamos páginas y páginas con la falacia de "tú puedes si quieres" "el éxito depende de tí" y otras argucias que nos aconsejan sin ningún tipo de rubor que dejemos de ser nosotros mismos. Tenemos derecho a fracasar, y a equivocarnos. A veces no depende de nosotros. Simplemente las cartas están marcadas y a joderse toca. Cuando has pasado tantas veces por este tipo de optimismo industrial, ves que se queda en eso, en intenciones. Pero uno evoluciona, vive, se cansa de ciertas cosas y acaba por no esperar nada nuevo ni siquiera desear una mejora.  Se aburre, tiene la sensación de que ha pasado por todo, se vuelve cínico y todo le pilla de vuelta. Ahí es donde uno entiende que no hay camino de retorno.

Cada vez veo más sonrisas huecas, más gente que dice ser feliz, y más ojos vacíos de miradas.

Yo, le doy gracias a mi corazón por ser tan fieramente sincero.




Wednesday, January 30, 2013

Facebook de mierda


Es la trinchera del siglo XXI.
El parapeto para tocar sin ser tocado
El acto exhibicionista del que no quiere mostrarse,
La ventana indiscreta del que pasa demasiado tiempo sentado.
El álbum de las cosas que no hacemos juntos
La red en la que la araña nos consume.
El orificio por donde mira el voyeur y opina que le gusta, sin haber sido llamado.
En esta mierda de submundo no hay tono, ni palabras, ni miradas a los ojos, ni tacto, ni pausas, ni lugar para conocerse. Es la saturación del canal, la muerte por envenenamiento. El precio de acercarse a cambio de perderse.

Sunday, January 20, 2013

Monday, January 14, 2013

Uno que pasa


"¡¡¡Hola Damián!!! Sí... sí...có...sí...¿cómo estás, cómo-estás-hombre? ¿Sí? Pues muy bien hombre, pues estaba... espera que te llamo desde mi teléfono móvil, estoy aquí al lado del metro y la cobertura no es muy buena... sí... ahora... ¿me oyes? sí, pues no te lo vas a creer. ¿Sabes dónde estoy? En un pueblecito que hay muy cerca de Valencia que se llama Quart de Poblet. Sí... ajá... ¿no me digas? pues ésto está muy cambiado...no lo conocerías. Pues eso, que feliz año, a ver si este año... venga, vamos a ver si este año podemos vernos hombre, que me apetece darte un abrazo. ¿Y tu señora? No me cabe ninguna duda... jamás dudé de tu bondad. Yo pues sí, ya sabes... ajá... bueno, pues entonces toca aguantar y cuidarla. Sí... pues muy bien hombre, que me alegro mucho de haberte oído. Que a ver si nos vemos, que ya es de ley. A ver si está de Dios...sí...yo cada día que me levanto doy gracias y digo "mira, otro día que me regalan". Pues a ver... eso digo yo... a ver si el árbitro pierde el pito y se olvida de pitar el final.

Cuídate mucho Damián.

Un abrazo, un abrazo..."