Thursday, February 24, 2011

El náufrago















Aquel momento quedó flotando en sus venas, y marcó el devenir de una vida.

Sus ojos jamás brillaron como aquella noche.

Él la miró, y supo que la quería. Y que siempre la había querido.
Pronto comenzó a llover y bailaron descalzos bajo la lluvia.
La besó, con el hambre de quien quiere parar el tiempo.
Sus labios quedaron impregnados de aquel sabor para siempre, y jamás dejó de añorarlo.
El agua inundó el cauce, y él comenzó a nadar, en busca de una isla para los dos.

Cuando llegó a la orilla descubrió que ella no había luchado,
que se había dejado flotar, y que su cuerpo se alejaba, deslizándose por el cauce.

Y desde entonces la echó de menos en silencio, en la soledad de su isla.

Tuesday, February 15, 2011

En la estación

No puedes correr eternamente detrás del tren.
Aprende a despedirte.
Pronto se acabará el andén.



Monday, February 07, 2011

Siempre llego tarde

Hay un niño en el espejo que se burla de mí
y libera melodías de mi mente
he intentado capturarlas en un frasco de papel
pero siempre llego tarde y se me mueren.

He intentado enumerar lo que me gusta de tí
porque nunca está de más que esté presente
pero soy un inconsciente que se queda hasta el final
y jamás es puntual a lo que debe.

Porque siempre llego tarde,
tal vez no soy quién soy
he borrado las huellas de lo que no fue
pero aún oigo tu voz.

He pensado encomendarte mi sistema vital
que te encargues de que no hiele mi sangre
pero el caos vela mi lengua audaz a tiempo parcial
y te escapas antes de que pueda hablarte.

He pensado en confiar en el espacio exterior
la esperanza es lo primero que se olvida,
cuando la bandera negra cubre la soledad,
el mejor veneno es una despedida.

Pero siempre arrodillados
al borde del temor
he borrado los restos de lo que no fue
y ahora ya no sé quién soy.


El extranjero


Amanece un nuevo día en la ciudad de la melancolía.
Las estrellas se despegan poco a poco del cielo,
y el horizonte se puebla de hojas de metal cortante.
Estoy en la calle, surcando el suelo a paso lento.

Mis pies se deslizan sobre un suelo desconocido,
apenas se mueven, lo justo para no ser descubierto.
Todavía nadie se ha dado cuenta de que flotan y no dejan huella,
ésto en la arena se notaba más. Sonrío maliciosamente.

No tengo prisa, la ciudad se mueve por mí.
Y me pongo triste. Aún queda una luna rezagada,
que nos recuerda que es el mismo cielo
aunque es otro cielo vestido con el mismo traje azul.

Comienzan a levantarse las persianas,
pero nadie asoma. Nunca hay nadie.
En esta ciudad en la que no hay eco
que te devuelva respuestas.

Desplego un papel doblado en el que anoté su sonrisa,
la leo detenidamente, para saberla de memoria.
No hay gps emocionales que nos guíen a ella.
Encontrarla en este laberinto es la recompensa.

El extranjero buscando sus huellas...