Monday, November 30, 2009

Amor y acondicionador en uno

Te dejo mi piel, pero no me la desordenes

Wednesday, November 25, 2009

Un señor con bombín relativamente lento


Hacía tiempo que no cogía el metro. Detesto el metro. Esa sensación de llegar siempre tarde mientras sacas el billete y escuchas que llega o sale un convoy que casi siempre es el que tienes que coger. Los incansables carteles parpadeantes indicando no uno, sino ¡dos! horas de llegada. La gravedad retenida en el andén, la puerta que siempre tarda más de lo deseable en abrirse, el concepto de ascensor llevado al transporte urbano, en el que la falta de paisajes ubica las butacas unas frente a otras, obligándote a mirar al lector del diario gratuito o a la devoradora de best-sellers de turno que se sienta a disimular, y a mirar
en dirección a todos los puntos cardinales menos al que realmente quiere mirar.
Observo el gráfico sobre la puerta para contar las paradas que me restan, dónde tengo que hacer trasbordo y el tiempo que más o menos me queda. La voz fría del fantasma del vagón anuncia el siguiente apeadero.
Creo que esta parada no estaba prevista, o alguien olvidó anunciarla. Se abre la puerta y pasan unos segundos eternos, el tiempo se detiene, alguien dio al botón de pausa a la realidad.
Giro la cabeza y miro la estación. Nada se oye, nadie habla, nadie parpadea, nadie se mueve. Tan sólo un señor con bombín, relativamente lento... para los tiempos que corren.



Wednesday, November 18, 2009

Volverse zurdo de golpe

El boxeador está en la esquina del ring. Apenas puede tenerse en pie. Intenta cubrirse de los continuos uppercuts de su rival con torpeza, y ensaya aislados ganchos al vacío. Siempre se sirvió de su poderoso crochet de derecha para vencer en dos o tres asaltos. Pero esta situación no la conoce. En el quinto asalto se siente débil, vulnerable, su arma preferida no funciona y el acoso y derribo empieza a ser efectivo.
Comienza a caminar al borde de la inconsciencia, mientras siente que algo cambia. Al tiempo que nota flaquear su diestra, su siniestra va despertando. Sus nudillos se tensan, toman el control y la energía se vuelca en el ala este.

Ahora tiene un plan.

Monday, November 16, 2009

Balancín

Las peores decisiones
suelen tomarse
en posición horizontal

Thursday, November 12, 2009

Nuestras citas tristes (milkshake feelings)

Observo fíjamente tu fotografía. Aquella sección de la vida que decidimos extraer del continuo espacio-temporal, en aquel segundo exacto en que te sorprendías del flash, mientras con la mano intentabas parar la luz. En aquel momento eras feliz, o estabas en camino de intentarlo. Me han dicho muchas veces en la vida que nunca cambie, pero llegue a creer que tú lo decías de verdad, por encima de frases cortadas según patrón. Me pedías una fotografía de mí, de aquel segundo exacto, que nunca podría mantener caliente para tí.
Tú acababas de tomar un sorbo de aquel batido de esos que llegan a indignar. De los que mezclan tantos sabores que al final eres incapaz de resumir de qué carajos es el batido que estás tomando, como si no fuera suficiente el milagro que la naturaleza ha ido perfeccionando para nosotros en una sola fruta.
Yo acababa de contarte una de mis historias melancólicas, y de reconfortarme con tu caricia en la mano, porque de algún modo me gustaba sentirme triste a tu lado, y nuestras citas tristes nos hacían sonreir.

Thursday, November 05, 2009

El verano sin bicicletas

Andrés tenía una BH. La bicicleta estándar. Funcionaba bien, no generaba dudas y llegaba a la media. El tamaño era perfecto para sus cortas piernas, capaces de empatar en la recta de salida del pueblo a las de su compañero de fatigas Juan, que ya manejaba, aunque con dificultad, un gran esfuerzo de rodillas y espalda, y un elevado riesgo genital, una bicicleta "de mayores". Cuando llegaban a la fuente de la ermita paraban simplemente a beber agua. En aquellos años nunca se estaba cansado. Con cierta frecuencia Andrés se veía ante la pregunta "¿para cuándo la bicicleta grande"? El mundo comenzaba a tener prisa.
La bicicleta como elemento fálico, como hoy lo son tantas cosas superfluas que cubren el lugar que debería estar reservado a la propia personalidad.
El primer paso era quitarse las dos ruedas laterales. Aquel que conseguía aprender sin utilizarlas ya tenía algunos puntos ganados. El segundo era la bicicleta grande. Orbea y BH estaban bien vistas, las GAC eran algo extraño de ver, y Torrot, la única marca capicúa recordaba a las bicicletas de nuestros abuelos de manillar curvo, rigidez de chasis y grandes ruedas. Las mejores para rodar pero estéticamente criticadas, sobre todo si no se desataba la caja de manzanas del portaequipajes.
Poco a poco las bicicletas de paseo dieron lugar a las de cross, cuyo diseño mejoraba si además de "cross" incluía en algún sitio el apelativo "turbo", que generaba ilusión de potencia hasta que perdíamos la carrera. Las Panther coincidieron con una generación artificialmente interesada por el movimiento punk. La Florida BH tuvo su verano de gloria. Y entonces llegó el muelle. Las bicicletas BMX con ese amortiguador que permitía hacer los saltos más temerarios, sobre cualquier elemento que se pudiera saltar. Era la época de los bicivoladores, y de un público tan ingenuo como para permitirse la pasión por ese tipo de héroes urbanos. Todos nos hemos raspado las rodillas alguna vez, y nos hemos jugado los dientes bajando escaleras, saltando sobre carretillas, o aprovechando cualquier talud para sentir que separábamos las ruedas del suelo. Y todos conocíamos leyendas urbanas de tal o cuál primo de un amigo que se cayó y se rompió éste o aquel hueso o diente e inició un peregrinar entre el mito y el dolor. Las California BH, de estética que recordaba a Bioman (la precuela de los Power Rangers) y con un nombre "molón" como pocos fue el objeto de deseo de todo aquel loco de las dos ruedas que quisiera dar un paso adelante. Luego aparecieron las Orbea Dakar, similares pero de diseño más agresivo, que quitaron protagonismo a las California, aunque de un modo fugaz.
Luego hubo confusión. Aparecieron las mountain bike, esas bicicletas que llevaban nuestros padres para evadirse, y tras algunos signos de interrogación sobre las cabezas comenzaron a sustituir a las bicicletas habituales. Tener una bicicleta de marchas suponía libertad y poder irte al pueblo de al lado. Desaparecer durante todo el día y volver, apareciendo triunfal por la plaza después de haber llenado la cantimplora en algún nombre de los que aparecía en los carteles de carretera. Quien más quien menos veía el Tour en los años triunfales de Indurain, y podía recitar los nombres de los ciclistas como quien dice los días de la semana, mientras empezó a importar tener cuenta kilómetros, cala pies, culotte, o un bote genuino de Gatorade. La pregunta pasó a ser "¿cuántos piñones tienes?", que precedía la sonrisa triunfal del que inevitablemente tenía uno más.
Todo cambió cuando Carles llegó con una bicicleta rosa fosforito marca Pinarello. Todos se miraron entre sí, en silencio, hasta que Carles dijo "es una marca buena, muy cara, de las que llevan los ciclistas profesionales". Alguno miró el póster de Indurain junto a Pedro Delgado, Marino Alonso y Armand De las Cuevas, pero allí ponía Otero.
Al siguiente año, alguien del pueblo de al lado apareció con una moto. Y desde entonces fue un verano sin bicicletas.

Monday, November 02, 2009

Pequeño homenaje a López Vázquez


"Mi querida señorita"... abajo de "el pisito" está "la cabina" desde la que ví el "atraco a las tres" con "la escopeta nacional", a "40 grados a la sombra". Y es que "si fulano fuese mengano" no diría eso de "a mí las mujeres ni fu ni fa", sino "doctor, me gustan las mujeres ¿es grave?

Que viendo a "las muchachas de azul" uno se olvida de las suecas (aunque "el turismo es un gran invento"), pero viéndola a usted, y si me permite invitarla a un "peppermint frappé" podría haber "novio a la vista". Y sé que "no somos ni Romeo ni Julieta" pero ¡viva el "amor a la española"!

Aunque "cuidado con las personas formales", que "hoy como ayer" "la muerte viaja demasiado" y hasta "usted puede ser un asesino"."Nosotros los decentes" cortejamos así, y yo, "un casto varón español", "casi un caballero", "de espaldas a la puerta" le digo a usted, "una muchachita de Valladolid", "una señora estupenda", "una gran señora": es usted un MOOONUMEEEENTOOO!!!



(Descanse en paz Sr. López Vázquez, y gracias por tanto arte)