Thursday, November 13, 2008

Para que no llores

Hoy hace solecito, apetece estar en una terraza. Disfrutar del ligero frío metiendo las manos en los bolsillos de ese abrigo que sólo podemos usar 3 o 4 meses al año y que aparece en nuestras mejores fotos. Pedir una caña, degustarla tranquilamente hablándote de cosas que realmente no importan, y escuchando tus historias que importan sólo por el hecho de que son tus historias.
Hoy te podría escuchar durante horas. Asentir con la cabeza ante tus razones, decirte que el dolor pasará cuando me hables de ese tipo que no te trata como esperas, que todo saldrá bien y que confíes en mi palabra. Luego mirar el reloj y darnos un abrazo final prometiendo llamarnos mañana o pasado no sin recordar quién fue el último en hacerlo.
En lugar de eso te propongo abrir una cuenta corriente de palabras, y guardar en ella todo lo que no nos da tiempo a decirnos nunca. Que te quedes la clave, y que acudas al cajero cada vez que lo necesites. Me fío de tí...

Trato (vale como Haiku del viernes)

Te explico lo que es el sexo
si me prometes olvidarlo
al primer cigarro.

Thursday, November 06, 2008

Haiku del viernes

Solitario de ebrio coraje
a su indefensa sombra:
"pasamos demasiado tiempo juntos"



Tuesday, November 04, 2008

¿Qué fue de Connie Sellecca?

Recibo llamadas, de las que no pueden esperar.
"Tenemos que reunirnos, es urgente".

El día se hace largo, entre idas y venidas, y asuntos importantes que deberían estar para ayer. Cada minuto que sobra hay que guardarlo para que no asome, porque si no te lo toman prestado.

Incluso el café de las 17h ha de planificarse. Uno no lo afronta a cara descubierta, y aunque en esta ocasión vengo sin los deberes hechos el tema de hoy supera incluso al de la crisis, y da para varios monólogos. Esta vez es la salud: lo malo que es el estrés, que hay que cuidar la patata, que no valoramos la vida, que ahora "que somos jóvenes" es cuando hay que disfrutar que luego te puede pasar como al pobre sr ................. (rellene a su gusto sobre la línea de puntos), que fíjate que deja huérfanos a dos niños, uno de ellos "de volquers", que su mujer era un poquito zorra y se la había visto con el compañero de yoga a horas nada respetables en un garito de mala muerte o de mala suerte, que entre eso y el trabajo le habían mandado al otro barrio...


Yo entorno los ojos, y dejo vagar mi mente. Aplico la función fática con una maestría inusitada. Y divido la atención, empleando el mayor porcentaje en cosas más importantes, como el cuerpo de la camarera, el acalorado debate codificado de dos aparentes marroquís, o en preguntas de relevancia para todos aquellos que aprendimos a caminar en la década de los 80, como por ejemplo: ¿qué fue de Connie Sellecca?


Ocaso

El anciano está sentado frente al mar, en una silla de playa, como en una escena robada de Muerte en Venecia. Su temblorosa mano derecha descansa sobre la pierna, en busca de un poco de paz, mientras entre los dedos de la otra sujeta una fotografía.

"Teníamos tanto espacio que al final la sala quedó vacía".

Cierra los ojos, y con dificultad echa la cabeza hacia detrás. Toma un último respiro, y murmura:

"Teníamos tanto por hacer...que al final nos quedamos sentados".


Una desbandada de gaviotas es la respuesta de la playa al repentino sonido seco.