Thursday, February 12, 2009

Levitación a las 9:00 am

Pocos podían pensar que aquel extraño hombre realmente poseía poderes extraordinarios. Sin embargo la multitud se concentraba para mirarle, mientras el racionalismo imperante caía y dejaba al descubierto las vergüenzas de unas gentes poco dadas a los ejercicios de abstracción, a permitir un toque de surrealismo en el gris telón diario. Como en un cuadro de Eduardo Arroyo se apoyaba en la pared, levitando, y esgrimiendo una sonrisa.
La sonrisa del que sabe algo.
Pronto fue creciendo la masa expectante, que por una vez articulaba su cuello hacia el cielo. Unos buscaban una respuesta, otros se dedicaban a tachar de absurdo el espectáculo mientras se encaminaban resueltos a las taquillas del Bernabeu a pagar 90 euros por el alquiler de una silla durante 90 minutos. Algunos sacaban fotos con el móvil, y otros simplemente abrían la boca. Los había que se afanaban por asomar la cara en la cámara de televisión para ofrecer su frase improvisada (y no siempre acertada), buscando un trozo de inmortalidad en el sentido más goethiano. Y no faltaba quien aprovechaba la coyuntura para simplemente afanar, y hacer acopio de carteras, monederos, cámaras y bolsas de mano.
El hombre apoyaba la mano sobre la pared, y levitaba unos 3 metros del suelo. Pensó en lo fácil que había sido acaparar la atención de la gente: tan sólo tuvo que mover de sitio un gesto cotidiano y ocupar espacios no habituales. Miraba hacia abajo y veía la multitud apretujada mirando hacia arriba con expectación. Entre tanto individuo pudo ver la cara que tiene la masa. Y no le gustó.

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