A lo lejos era una posibilidad
Un punto previsiblemente hermoso
Un motivo para entornar los ojos
y sentarse a esperar
con la ilusión de un adolescente.
Al principio era una silueta.
Una imagen perfilada a contraluz,
tras los focos de atención
del espectador que a estas alturas
ya había perdido el control.
Poco a poco fue apareciendo
superando las tinieblas
para mostrar dos
o tres defectos
que la hacían aún más especial.
Cuando llego a su altura
ya la veía claramente.
Su tono de voz era más agudo
su rostro más mundano y cansado
y su cuerpo era su cuerpo.
Pero la amaba (ooh, my daarling!)
Cuando pasó de largo
se despojó de toda clase
afloró la halitosis
el reproche gratuito
y el anhelo de ratos en silencio.
A su espalda dejó de ser una imagen
para convertirse en gritos
lejanos y traperos
mientras coleccionaba paciencia
y entornaba los ojos de nuevo.
Cuando al fín ya no la escuchaba
se sentó nuevamente a esperar
mientras limpiaba los posos amargos
y poco a poco,
caballerosamente,
decidió olvidarla.
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